LA BODEGA DEL MES
Convento Las Claras
El triunfo del “terroir”
Por Enrique Calduch
Fueron los franceses quienes acuñaron el término “terroir”, que en sí mismo no es terruño ni pago, sino un conjunto en donde se ven implicados cuatro elementos, como son el clima, el suelo, la variedad y la mano del hombre. Su sabia combinación dará a los vinos una personalidad única que los diferenciará de los demás. Esa es la teoría, al menos, que unas veces se cumple y otras no. En el caso de Convento Las Claras, lo hace a rajatabla.
La bodega está ubicada en el término municipal de Pesquera de Duero, en plena Ribera vallisoletana, aunque un buen porcentaje de los viñedos están en la zona de Burgos. En conjunto son 32 hectáreas repartidas en cinco parcelas diferentes cada una con suelos distintos. El clima es el de Ribera de Duero, siempre extremado, siempre pendiente de una helada criminal o de la caída de pedrisco. Unos años buenos y otros horribles. La variedad es la tempranillo de la zona; y el hombre que juega con todo ello es un personaje muy especial que se llama José Carlos Álvarez, uno de los enólogos más reconocidos de Castilla-León. Doctor ingeniero agrónomo hizo su tesis sobre la influencia de los diferentes suelos a la hora de dar vinos de diferentes perfiles. Fue director de la bodega experimental de Ribera de Duero, luego durante unos años director gerente del Consejo Regulador de la denominación de origen. Posteriormente fue fichado para ponerse al frente de la enología de una de las bodegas más famosas de la zona; y desde hace unos años asesor de varias firmas importantes, no sólo en Ribera sino en Toro también. Convento Las Claras es su proyecto personal y saca tiempo para dar clases en varias universidades, fundamentalmente en la de Valladolid.
Ir a visitarle es hacer un cursillo. En su nave de barricas se crían los vinos diferenciados por sus distintas parcelas, y a su lado, en plan didáctico, hay muestras de los suelos de esas parcelas junto con unos grandes cartelones explicativos. Sacando vino con una pipeta de algunas barricas y dándolo a probar, va contando: “Este suelo tiene mucho hierro lo que obligará a la cepa a hacer un mayor esfuerzo dando al vino esos tonos metálicos que puedes notar en boca”. Y así con todos los vinos, sus mezclas en función de los suelos y las características de las barricas. De todos los que elabora el que más le gusta se llama Bendiciones, del terruño del mismo nombre. “Viñedos viejos de tempranillo sobre suelo arenoso, lo que representa la auténtica casta, la fuerza y lo que ha hecho grande a Ribera de Duero”, comenta.
Fue en 2011 cuando se puso al frente de Convento las Claras, que toma su nombre de un viejo convento que hay en Peñafiel que perteneció a las monjas clarisas. Elabora 65.000 botellas al año de media y tiene un tinto roble, un crianza, un rosado, un dulce, un verdejo de Rueda, todos de buen nivel, y luego tres vinos grandes que son Heritage 2016, con mezcla de uvas de tres de los pagos, 22 meses en barrica y reposo de tres años en botellero. Presenta una nariz muy intensa, es un vino como todos los otros de la casa, maduros por el paso de barrica, pero llenos de vida y nervio. Éste combina en nariz la fruta negra madura con especias como clavo, canela, toques de regaliz; y una boca redonda y potente, pero muy fresca. El siguiente es Paraje de San Juan 2014, procedentes del viñedo situado bajo el otero de San Juan. Con 28 meses en barrica y dos años en botellero es una demostración de elegante madurez, con moras y ciruelas negras, tonos balsámicos y minerales, caja de puros, tofe y una boca también redonda, muy sápida y un final tremendamente largo. Cierra Bendiciones 2014, con tres años en barrica y dos en botella, es la elegancia personificada, pero ligada a la casta y la fuerza. Recuerdos florales, mucha especia y una boca rotunda, con garra, pero muy elegante. Auténtico vino de “terroir”.
