LA BODEGA DEL MES
Bodegas Fariña
Se trata de una de las más míticas bodegas de Toro, Fariña, responsable principal del impulso de la D.O. en sus inicios y una de las grandes casas que actualmente podemos encontrar en la zona.
Fue en 1949 cuando Salvador Fariña, apareció en el pueblo zamorano de Casaseca de las Chanas. Venía emigrando de muy cerca, de Porto de Sanabria, donde regentaba la pequeña tienda del pueblo que se estaba quedando vacío. Con los ahorros compró un par de viñas, alguna vaca, elaboró vino, que le enseñaron a hacer, en unas modestas instalaciones; y se dedicó a ir a venderlo por los pueblos vecinos. Le fue bien. Su hijo, Manuel Fariña, gracias a una beca de la revista La Semana Vitivinícola, hizo enología en la escuela de Requena. En el año 70 montan una nave nueva con depósitos de cemento, y se instalan en Toro. Les fue bien. En 2014 Manu Fariña, la tercera generación, aparece en casa con su flamante título de ingeniero agrónomo, especialista en enología por la politécnica de Madrid y con un año de prácticas en Australia. Arrancan con nuevas líneas como los “modernos tradicionales” y les sigue yendo bien.
Uno de los puntos fuertes de esta casa se produce en noviembre. En esa fecha salen los primeros vinos del año, normalmente de maceración carbónica, vinos muy jóvenes, en este año del 2020. Un buen porcentaje procede de Rioja Alavesa, algunos de Bierzo y de otras zonas; sin embargo uno de los más famosos es de Toro: El Primero de Fariña, se llama. Su historia es muy curiosa. Nace en el año 95. Su importador holandés quiere probar con un vino maceración carbónica español ya que en aquel país han decidido hacer boicot al “beaujolais nouveau” francés, que también es un maceración carbónica, en protesta por las pruebas atómicas subterráneas en el atolón de Mururoa. “Vamos a probar un año, dijeron. La mitad de la producción se enviará a Holanda y la otra se intentará vender en España”. El resultado fue absolutamente exitoso en los dos países. Desde entonces cada año cambia de etiqueta tras un concurso pictórico y es uno de sus vinos bandera.
Para el 95 en que salió, Fariña ya estaba perfectamente consolidada. En 1980 ya comenzaron a elaborar vinos envejecidos en barrica. En el 82 fue un gran impulso para la firma, con reconocimientos internacionales que les impulsaron dentro y fuera de España. En 1987 se funda la Denominación de Origen Toro, con Manuel Fariña como primer presidente. Hacía finales de los noventa cuando el desembarco de grandes bodegas en la zona, su firma ya contaba con más de 300 hectáreas y toda una línea de vinos como los Gran Colegiata, muy reconocidos.
“Controlar el grado, domar la dureza de la zona siempre ha sido nuestro objetivo, explica el joven Manu Fariña. Mi padre vendimiaba veinte días antes, para conseguir grados que no pasaran de 13´5 y una mayor acidez para equilibrar el vino. Ahora que el consumidor admite más grado, tampoco lo aumentamos, y buscamos el equilibrio combinando el tipo de suelo y la vejez del viñedo”, concluye. La demostración la tienen con su vino Gran Colegiata Fariña. Intenso y expresivo en nariz con una amplia gama aromática donde domina la fruta negra. En boca aparece potente, pero a la vez fresco y con nervio, gracias a una buena acidez.
