Esta histórica comarca toma su nombre de la ciudad prerromana de Bergidum y está ubicada al noroeste de la provincia de León, lindando con Galicia. Al igual que muchas otras regiones vitivinícolas, es una zona atravesada por el Camino de Santiago, cuyo flujo constante de peregrinos le da un especial encanto. El cultivo de la vid se remonta a hace más de 2.000 años y, de hecho, está documentado en los escritos de Plinio el Viejo y Estrabón (escritores e historiógrafos del siglo I).
La zona de producción se sitúa al noroeste de la provincia de León. Una ubicación estratégica a caballo entre Asturias, Castilla y León y Galicia (donde limita con las provincias de Orense y Lugo) que le permite gozar de una orografía y una climatología muy particulares.
A medio camino entre el clima seco castellano y las borrascas atlánticas, pero con una altitud inferior a otras zonas de la meseta, el valle del río Sil, con su clima suave y húmedo, actúa como columna vertebral. Las condiciones son más benignas que en las zonas circundantes, teóricamente hay menos riesgo de heladas en primavera y la vendimia suele adelantarse a la de otras regiones vinícolas de Castilla.
La comarca cuenta con un importante patrimonio de viñedos viejos, capaces de aportar sensaciones más concentradas y dar mayor carácter a los vinos. El paisaje de sus pequeños valles entre montañas, donde se encuentran la mayor parte de ellos, con las cepas en ocasiones situadas en laderas de gran pendiente, es especialmente inspirador. De este Bierzo recóndito y de viñedos plantados en vaso salen hoy los mejores vinos de la zona.
Es una de las pocas denominaciones de origen españolas con gran peso de variedades tintas que no permite el uso de uvas foráneas en su reglamento. La mencía es la estrella indiscutible y la responsable de la personalidad marcadamente diferenciada de sus vinos. En blancas se trabaja fundamentalmente con godello, siendo también habitual la malvasía.
La mencía es una uva que se cultiva en el cuadrante noroccidental de la península, pero es en el Bierzo donde ha alcanzado un reconocimiento más amplio de calidad y cuantitativamente representa el 65% del total cultivado en la denominación. Destaca por su expresividad, profundidad y notable carácter primario. Aromáticamente es una mezcla de notas florales, frutos rojos, regaliz y tonos minerales y de bosque. Hay, por otra parte, un cierto carácter “salvaje” (o silvestre) que la hace especialmente atractiva. Es una variedad de cierta delicadeza, a la que no le convienen los excesos con la madera.ç
El desembarco de jóvenes enólogos con una nueva perspectiva sobre la variedad y la zona ha servido de catalizador para alumbrar tintos muy diferenciados y seductores que encajan muy bien dentro de la actual tendencia internacional de vinos amables y menos densos.
La recuperación de viejos viñedos, un mejor conocimiento de los suelos y, en general, una atención creciente por el terruño están colocando la zona entre las favoritas de los aficionados más entendidos.